
El angosto camino por el que serpentea la Duodécima es propicio, por su espesura de encinas, robles y alcornoques para una emboscada, en las cuales son muy expertos los vetones gracias a su innato y ancestral conocimiento del terreno.
Con un contingente total de nueve mil quinientos legionarios, trescientos cincuenta jinetes de tropas auxiliares, más un pequeño grupo de celtíberos provenientes de Numancia... Éstos guerreros celtíberos-numantinos formaban un cuerpo de élite al servicio de Roma... Estaban unidos a Metelo a través de la "fides": pacto de sangre mediante el cual los indígenas hispanos, se comprometían a vengar la muerte del proconsul, como único objetivo en sus vidas, en caso de que Éste fuera asesinado ó capitulado a consecuencia de una conspiración de poder...
Metelo con todo su contingente se dirige por la vereda que hace muchos miles de años fué desfiladero de las grandes manadas de bisontes, toros, elefantes, leones, tigres sable, lobos, linces, ciervos, osos...
Le acompaña un guía indígena, de Interamnia (¿Moraleja?); un espacio con identidad propia heredada en el tiempo, ubicado según el antiguo patrón de asentamiento indígena en la confluencia de la Rivera de Gata con el río Árrago. Su nombre es Manlio Longinus, un vetón ilustrado convencido de la necesidad de establecer un nuevo orden político administrativo que termine de una vez con las sangrientas incursiones de los celtas galaicos, que arrasan sus rebaños de cabras y cerdos. Queman sus zahurdas y zahurdones, sus campos de trigo...Queman vivos y en masa a los prisioneros junto con los
caballos, como voto para agradecer a sus dioses la victoria conseguida.
Manlio les conduce hacia un castellum cercano al río Ribera de Gata, rebasando Caurium 9,5 millas dirección noroeste. En esa misma esplanada (actual casco urbano de Moraleja) una guarnición romana de reconocimiento, hace una semana, sufrió un ataque sorpresa a manos de caballería vetona postrando hachas de combate, falcatas y lanzas ligeras, que descendió, liderada por otro Interamniense llamado Tanciro Severinus por las laderas próximas del monte sagrado Salamati (actual pico Jálama-1.492 mts), habitado y custodiado por la Diosa vetona que lleva su nombre, deidad creadora de vida, relacionada con el agua y la magna mater nutricia (madre naturaleza)...
Contrario a las ideas del invasor, Tanciro prefire seguir dedicando votos a Arentius en vez de a Júpiter...
Cecilio Metelo por fin llega con los exploradores ansioso por contemplar de cerca el mítico y famoso monte Salamati. Lugar dónde se cocía como caldo de cultivo una revuelta pactada por vetones y lusitanos procedentes de la parte más septentrional de la península ibérica. Metelo ordenó a sus centuriones que mandarán disponer un campamento militar con fosos en torno a la tienda del proconsul antes del ocaso. En las mismas vegas del Árrago, a dos millas de la sometida Interamnia. Entre tanto se retiró cobijado y envuelto en una piel seca de toro a un pequeño cerro. Mientras advertía como la niebla comenzaba a teñir poco a poco el misterioso Salamati, pensó que en su amada Roma estarían preparando las fiestas del trigo y la entrada del nuevo año solar. Las mujeres celebrarían la "bona dea" y se disfrazarían insinuantes para seducir a cuantos más hombres mejor...
Un gélido vientecillo le penetró en los huesos. La realidad le golpeó de nuevo con ese maldito monte, cobijo de vetones rebeldes que debía desmantelar a través de una vía que uniera Caurium (Coria) con Citat (Ciudad Rodrigo)... Pero esos devenires aún están por pasar....